domingo, julio 30, 2006

Castillos de papel

... y de fondo: 'Say Something Wonderful', de Budapest.
( http://www.goear.com/listen.php?v=99357ce )

Abro los ojos. Puedo verte con claridad, aunque me ha costado mucho tiempo encontrarte. Eres traviesa con los tiempos y procuras engañarme con frecuencia. Ahora que te has presentado el horizonte parece más despejado. Reconstruyo mis ilusiones y encadeno mis fantasmas a sus propios grilletes, porque todo parece real.

Pero el gesto se tuerce y la sonrisa se atasca. Mis labios emprenden el camino de descenso y mis ilusiones el de vuelta. Creo que nunca nos pondremos de acuerdo, pero mantengo la esperanza de que nuestros caminos se crucen durante unos metros más la próxima vez. Tal vez mañana hayas resuelto tus dudas y quieras llamarme. Tal vez sea tarde. El castillo de papel que había construido en torno a ti ya se ha derrumbado.

Cierro los ojos para creer que todo es mentira. Que no has sido descuidada, que no he apreciado ese gesto tuyo que lo destruye todo. Pero vuelvo a abrirlos, como lo hice al principio, y esta vez ya no estás.

"Quizá tú no me viste,
quizá nadie me viese tan perdido,
tan frío en esta esquina. Pero el viento
pensó que yo era piedra
y quiso con mi cuerpo deshacerse.
Si pudiera encontrarte,
quizá, si te encontrase, yo sabría
explicarme contigo".

(Luis García Montero)

martes, julio 18, 2006

Abrazos en la oscuridad















'Hope There's Someone', de Antony & The Johnsons.

Las despedidas son tan amargas...

Intentar escribir algo digno de ti es lo más difícil que me podían haber pedido. Basta con pensar en algún momento compartido contigo para que la emoción haga nudos de doble lazo en mi garganta. Son muchas las cosas que me regalaste sin esperar nada a cambio, a pesar de que siempre te he correspondido con mi cariño más sincero, tal vez el más honesto que le he ofrecido nunca a nadie.

Las heridas son más dolorosas cuando rasgan los sentimientos más puros y los recuerdos creados en la infancia son los que se esconden en los rincones más profundos de la memoria. Intento pasear por mi niñez para rescatar algunas imágenes tuyas y advierto que estás presente en cada recodo del camino que llevo recorrido.

Puedo regalarte todo el amor que te he profesado a lo largo de unos años que, hace tiempo, fueron los mejores de mi vida, un tiempo que me gusta desempolvar a menudo. Allí acudo en mis horas más bajas, cuando la desilusión y la tristeza hacen mella en mí. Si me quedo a oscuras busco la época en la que estaba con vosotros dos. Siempre encuentro un refugio seguro en vuestros brazos, que tanto consuelo me siguen ofreciendo años después, a pesar de que los recuerdos cada vez duelen más porque sólo son recuerdos, porque nunca podrá haber más de los que hubo.

Había tardes en las que te gustaba contarme historias de una época anterior para recobrar pasajes de tu vida que no querías dejar atrás. En esos momentos, asumía mi condición de confidente para conocer las promesas que os hicisteis hace muchos años. En aquellas charlas procurábamos no mencionar los nombres, porque las lágrimas acechaban tus ojos y, por qué no confesarlo, también acechaban los míos. Él siempre estaba presente entre nosotros... Lo quisiste tanto y lo añoraste tanto que nunca pudiste acostumbrarte a su ausencia, como no pudimos los demás, como no podremos acostumbrarnos a la tuya jamás.

Éstos últimos meses ya no podíamos charlar. Las visitas se espaciaron, pero encogió mi corazón. Quiero pensar que me perdonas, como tantas veces hiciste, igual que aquella mañana en que te hice sufrir como nunca te vería sufrir después. Aquel dolor se clavó en mi corazón como una daga afilada que dejó en mí la cicatriz que hoy acaricio cuando he de obrar con más prudencia. Ahora tengo una nueva herida, pero no quise ensuciar tu recuerdo. Espero que el tiempo cure mis remordimientos, porque ahora me azotan con toda su crueldad.

Las frases se quiebran al pensar en ti. Tal vez esto no sea lo mejor que he escrito, aunque sí es lo más sincero, aunque tú lo sabías todo de mí. Por eso voy a extrañarte tanto. Ahora tengo mis propias promesas que cumplir. Y voy a poner todo mi empeño en conseguirlo. Te lo debo a ti, os lo debo a vosotros. Quizás dentro de muchos años volvamos a vernos. Hasta entonces, el niño que fui seguirá buscando un abrazo tuyo cuando sienta miedo. Espero que me esperes. Espero que me recuerdes.

Recuérdaselo al olvido.