domingo, noviembre 21, 2010

Tinta azul y gris


... y de fondo: ´Fistful Of Love´, de Antony & The Johnsons(http://www.goear.com/listen/2e5f3ab/fistful-of-love-antony-and-the-johnsons).

Escribo con la tinta gris azulada que V. me regaló hace unos meses. Y que, ahora que no busco cobijo tantas noches en esta vieja y triste habitación de hotel, permanece a la espera de que encuentre un instante para recordar.

Intento descifrar mis propios códigos, repletos de claves secretas que he olvidado en los últimos quince meses, para descubrir algo apropiado que decirte. Pero no lo consigo. No reconozco las pistas que me permitan seguir el rastro hacia una melancolía que ya no viaja conmigo.

De modo que no puedo dedicarte un fragmento. No como los que ya escribí para ti. Ahí tienes la estación de invierno en la que te regalé el viento, el kilómetro cero donde te robé las aflicciones, la sala de espera de un aeropuerto en el que siempre había visto despegar a los aviones. Más tarde, el viento se llevó consigo las cenizas y las palabras tristes despegaron con el siguiente vuelo.

Desde entonces, sólo tuve tiempo de apostarme en la cima de los vientos, otro viejo compañero, para otear el horizonte. Miré una última vez, en derredor, alcanzándote con una mirada cansada de observar soledades. Después enterré en esa cima mi cuaderno de fuegos, mis notas arrugadas de papel y mi lápiz de escribir triste.

Lamento no poder ofrecerte algo mejor, pero me has dejado sin palabras.

Y, además, hay cosas que no precisan ser escritas.

sábado, mayo 29, 2010

La calidez del hielo










... y de fondo: "Heart Of A Volunteer", de Hans Zimmer.

Contemplo la playa de San Lorenzo, desde la cima de los vientos, avistando el otro extremo de la cala, como contemplo desde mi memoria el otro extremo del recuerdo. Los primeros años, ya lejanos, en los que construí un imaginario infantil aún no derrumbado. Y como en la escena, ya no alcanzo a distinguir a las personas que hay allí, ni están las que se han marchado.

Miro después en derredor, hacia el paseo marítimo, que alarga el paso bordeando la marea, bajo nubes de una tormenta intermitente. Y realmente, hubo demasiados años así, y se hizo muy largo el camino. Siempre amenazado por los truenos, siempre escondido de la descarga final. Siempre asustado. Cada tarde, al subir la marea, el mar embiste el muro de piedra, desgastando las rocas y erosionando las fisuras. Igual hizo la culpa, golpeando la estima cada noche, azotando las ruinas de un mundo antiguo.

Ahora, desde el otro extremo, percibo el silbido del viento en mis oídos, en mis manos la brizna de hierba mojada, y siento en mis huesos la humedad de un cuerpo cansado. Me arrodillo, no por la fatiga, pues no son tantos los años, sino para recordar que hace muchos años no llovía tan fuerte y que, pese a la crueldad de la borrasca, todo sigue su camino.

En el centro de la imagen, el mar se presenta sereno, aguardando nuevos oleajes, como un cementerio insoslayable de recuerdos sepultados.

Detrás de todo, descifrando mi viejo código de miedos, descubriendo la calidez del hielo, estas tú. Quizás por eso me resultaste cercana la primera vez. Te vi hace muchos años, desde el otro lado, pero aún no alcanzaba a distinguirte.

lunes, abril 19, 2010

Tres, dos, uno...


















"Los fuegos aguardan en el océano,
lejos del invierno en el que se consumieron
las primeras luces.

El mago negro protege del viento
las últimas fogaradas,
las que iluminaron las sombras".

Para C.



... Regresando.

domingo, enero 31, 2010

Esperando



... y de fondo: 'De cara a la pared', de Lhasa de Sela (http://www.goear.com/listen/1640d3d/de-cara-a-la-pared-lhasa-de-sela).

Se sentó en una terraza frente al mar en el mes agosto y se esfumaron las palabras más blancas entre tanto océano. Ahí sigue en pleno invierno, mientras siente que pasan los días más entrelazados que nunca, que así lo percibo, y guiña un ojo a la nieve a través del cristal. Se ha sentado y mira alrededor, dónde no hay tregua para tanto movimiento, ni para tanta letra clavada en sus ojos. Como en un libro en miniatura, ha pintado todas las frases que quiere gritarnos, pero no grita, ni salta por la ventana cuando nos escucha llegar, ni acaba de irse porque todavía está llegando y, bajo un fondo negro, está escribiendo grisazulado todos los días.
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Para A.