martes, abril 29, 2014

Hijo de la tempestad



Te recuerdo.

Intento no escuchar los gritos desgarrados que me recuerdan dónde te encerré, el ruido de tus uñas contra las paredes de piedra, intentando escalar desde las profundidades. Perros rabiosos que no comprenden los motivos, ni aceptan la oscuridad, ni el olvido. Eres hijo del silencio, de las palabras que no dije alguna vez. Intento ignorarte para dejar atrás el vacío de unas manos frías, el rugido de un dolor seco. Latigazos de tormenta entre las vértebras. 

Y en tu soledad sigues reclamando tu lugar todos los días. Todas las noches. Cerrojos que protegen de la lluvia. Refugios que no soportan la ventisca. 

De repente, he ensuciado las paredes blancas con cenizas. Rescoldos de unos dedos apagados, que olvidaron las teclas. Olvidaron los recuerdos.

He querido olvidarme de ti... Y no he podido.

Maldito seas.