viernes, diciembre 14, 2007

Océanos y rocas
















... y de fondo: 'Grey Room', de Damien Rice (http://www.goear.com/listen.php?v=c7b569e).

Son las siete de la tarde de un día cualquiera. Desde el pequeño rincón que he descubierto en este pueblo de viento, refugiado en un escondite de luz tenue, escribo lo que necesito que mis ojos escuchen, lo que quiero que la parte más humana de mí conozca. Estoy intentando, aún luchando contra las fuerzas más racionales que habitan mi mente, plasmar en unas pocas líneas las evidencias que no quiero ver. Son tan verdaderas que tengo miedo de reconocerlas como auténticas. Pensamientos que querría guardar en un cajón, o dejarlos arrastrar por este viento que azota las calles empedradas del barrio antiguo. Si, como me dijo una persona hace dos días, los pensamientos dejan de ser propios cuando los dices en voz alta, cristalizando tu realidad, quiero obligarme a escuchar lo que pienso y nunca he dicho antes.

Lo que hoy retumba en mis paredes son los ecos de los truenos que explotaban en mi cabeza hace unas semanas, cuando caminé hacia ningún lugar porque no encontré ningún lugar donde calmarme. Siempre he intentado hacer lo correcto, pero casi nunca he sentido que hiciera lo correcto para mí. Siempre he intentado ser justo con los demás, pero pocas veces he sido justo conmigo mismo. Siempre he perdonado a los que me han herido, pero no he conseguido jamás perdonarme mis errores. Quizás porque podía haber elegido hacer lo correcto, ser justo y no haber cometido estos errores. Soy una roca erosionada por las olas que golpean el acantilado. Soy un acantilado ausente que invita al borde del abismo. Soy un abismo que se esconde en las profundidades oceánicas.

Hay una vida en mi cabeza que hoy no se parece casi nada a la que vivo. Hubo unos días, hace no demasiado tiempo, en los que estuve cerca de llegar al sitio en el que me gustaría estar. Cuando estaba cerca de hacerlo tomé un rumbo inesperado que hoy sé que no tendría que haber iniciado. Tenía que haber seguido mi instinto y no mi raciocinio. Ahora, atrapado por las circunstancias amargas de una realidad que aborrezco, debo continuar caminando por estas tierras ariscas unos kilómetros más. Cuando, a uno de los lados de la carretera, haya un sendero de tierra, silvestre y salvaje, voy a escapar del asfalto que derrite a la persona más humana que hay en mí. Abandonaré el mundo aséptico desde el que ahora escribo para revolcarme sobre la hierba mojada y manchar mi ropa vieja. Cuando pueda tomar ese desvío, cuando tenga miedo de tomarlo, sólo tendré que venir aquí, a estos renglones, para cerciorarme de que he de perseguir lo que anhelo. Recordaré que debo ser justo conmigo, hacer lo correcto y no cometer viejos errores. Así no tendré que intentar perdonarme, porque sé que no podría hacerlo nunca.

Soy la furia que emerge de las simas del océano. Soy el océano que humedece los peñascos del acantilado. Soy el viento que arrastra a las olas a batirse con las rocas. Soy las olas del mar. Soy las rocas…

3 comentarios:

  1. Anónimo2:20 p. m.

    no dejes que nadie te haga perder tu rumbo.solo tienes que saber perdonarte lo que no has cometido.mira siempre al frente y nunca hacia atras...ya sabes cual es tu camino siguelo

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  2. No tendrías que "castigarte" tanto aunque reconozco que yo también soy de las que perdona (aunque me cuesta olvidar) a todos menos a mi misma... y hay errores que pasan pero pesan y no se olvidan, y se quedan dentro y se pegan por las paredes de dentro de la piel para no irse nunca...

    De todas formas, estoy segura de que cuando avances esos kilómetros que comentas, y puedas mirar con cierta distancia, verás que no todo era tan complicado, ya lo verás... :-)



    Un beso grande, grande, grande...

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  3. Una gran canción para un gran texto.Y no olvides, que el recuerdo, es el único paraiso del que no pueden expulsarnos...trata de sacarle partido. La vida, por todo lo malo, algo bueno te dá ;)

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