jueves, septiembre 25, 2008

Km. O


... y de fondo: 'Always On My Mind', de Ryan Adams (http://www.goear.com/listen.php?v=321b723),

Hace un tiempo me habrían arrastrado las corrientes de un río desbordado. Hace un tiempo, cuando no era tan niño como podrías pensar, habría acudido a la soledad para refugiarme en una cabaña de recuerdos favorables. Hay unos años que no pude retener en mis manos infantiles, y otros que no pude soltar cuando intenté deshacerme de ellos, antes de que incendiaran mi mundo imaginario. Y me quedé solo, rodeado de restos de papel abrasado. Entre ellos, recompuse los pedazos que quedaron de mí después de la catástrofe, aunque tardé mucho en buscarme.

Te lo dije, no soy una persona triste. Dentro de mí sigue aquel niño que no se dejó ver más ante los ojos extraños. Yo soy él cuando río, cuando tiendo los puentes y levanto las barreras. Has llegado a verle muchas veces, aunque no supieras quién era ni por qué se esconde cuando llegan los demás. Y sí, me siento triste algunas veces, pero siempre abandono los lamentos justo después de haberlos escrito. Expulso las llamas para evitar que se queden dentro las cenizas. Después no hay mucho más de lo que ves, no me quedan más recursos con los que sorprenderte.

Hace un tiempo, decía, me habría sepultado la avalancha. Antes de reencontrarme, antes de mí. Hace unos años habría cerrado la puerta del taxi la otra noche, sin dejar lugar a despedidas. No habrías sabido de mí antes de olvidarte, antes de una noche en que no dormimos y en la que me pregunté si, por una vez, llegaré a cruzarme en el momento oportuno, cuando el sonido de mis pasos no resulte impertinente. Hace un tiempo hubiera sido sigiloso y no habría interrumpido tus sueños. Habría callado, como entonces hice tantas veces.

Sin embargo, ahora llueve diferente. La nieve ha copado la ladera y los torrentes de agua han inundado los pantanos, pero mi entereza no ha perecido en los desastres. Y sigo en pie para quitarte las tristezas, las manchas oscuras de los días grises. Hay personas que están hechas para hacer sonreír a otras, a las que se le colorean de pena las pupilas. A ti, que eres de las primeras, no te sientan bien las aflicciones. Cárgalas en mí, que suelo ser de los segundos, que las llevaré lejos de la ciudad para que no las encuentres. Lejos de ti, allá donde muere la tierra y bailan los vientos, las transformaré en fragmentos etéreos que no estorben tu ánimo.

Después, libre de cargas y de culpas, elige la distancia, el punto exacto en el que quieres mantenerme. Déjame lejos, si te da miedo acercarte. Déjame cerca, si te da miedo alejarme. Sea como sea, estaré rondando las estaciones de metro por si quieres que regrese.

¿Sabes? Preferiría no dejar de verte. Aunque tú no lo sepas, también tú te has llevado lejos mis tristezas.

martes, septiembre 02, 2008

Las hojas pisadas


* 'Sunrise with Sea Monsters', de William Turner.

... y de fondo: 'Lived In Bars', de Cat Power(http://www.goear.com/listen.php?v=cbfc7ec ).

Los días son extraños. Desde que me marché de la ciudad no he dejado de buscarte. En las primeras madrugadas, cuando no conocía el camino de regreso, meditaba entre los callejones estrechos si aparecerías al tomar la siguiente esquina. Sin apenas darme cuenta, los tonos violáceos del alba siluetearon horizontes, gaviotas y acantilados. La mañana del domingo, con el frescor helado de la primera brisa, pasé las hojas de un periódico hecho mirando entre las líneas, por si estuvieras escondida tras los párrafos. Agarré con fuerza la taza de café caliente para no constipar el pensamiento, tan atrofiado tras cada batalla que libro para encontrarme contigo. Pasaron las horas, pero no acudiste nunca a mi rescate.

Unos meses más tarde, con el barrio arraigado a las costumbres, quise otra vez perseguir el destino que huye siempre, tan veloz. Exploré, sin éxito, otras tardes más viejas por si en ellas daba con algunas pistas de tu paradero. Pero abandonaste todas las posadas en las que alguna vez nos vimos. Y al igual que las calles del pueblo parecen desiertas tras el largo estivo en el que todos han atosigado sus orillas, del mismo modo me encuentro yo desierto algunas noches, cuando me descubro asaltado por la soledad, e intuyo entre mis costillas el filo de un punzón que ha atravesado el tejido de unas sábanas que extrañan tu cuerpo tendido.

Como avisé entonces, he vuelto en los albores de las últimas tardes de septiembre, cuando tiendo hacia el otro lado de mí los puentes que quedaron a salvo. Recuerdo que la última noche que de verdad te vi, miramos las luces artificiales que iluminaban los muros cansados de la fortaleza roja. Ansío la vuelta de los fríos, la llegada de una nueva oportunidad de dar contigo. Supongo que seguirás siendo esquiva, que no permitirás treguar una pausa conmigo. Pero dame un respiro, porque de un tiempo a esta parte me siento fatigado. Las hojas de octubre perecerán pronto bajo las pisadas de los caminantes. Giraré entonces otra vez la esquina en que te busqué al principio, pero en otra ciudad, otras calles y con otros ojos, aunque vuelva a darme de bruces con las veces que no estabas.